Un estudio presentado recientemente en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias en Madrid asegura que existe una gran probabilidad de que los brotes que generaron la vida en la Tierra hayan llegado en fragmentos de meteoritos desde otros planetas. En ese caso, los humanos -y todos los seres terrestres con vida- podríamos ser extraterrestres.
La llegada de estos brotes podría haberse dado en los primeros momentos de existencia del Sistema Solar, cuando la Tierra y sus planetas vecinos orbitaban lo suficientemente cerca de otros cuerpos celestes como para intercambiar material sólido a través de asteroides.
Según escriben los expertos en la revista Astrobiology, después de viajar por el espacio durante millones de años, los fragmentos rocosos de otros planetas, junto a sus microbios, podrían haber llegado a nuestro planeta, y algunos de esos microorganismos podrían haber sobrevivido a las radiaciones cósmicas y haber gestado la vida en la Tierra.
Pero también podría haber sido al revés: la vida podría haber viajado desde nuestro planeta hacia otros. Este proceso, conocido como litopanspermia, nos estaría dando la posibilidad de imaginar que existe vida similar a la del planeta Tierra en otros lugares del universo.
“Nuestro trabajo indica que la litopanspermia podría haber sido muy probable, y puede ser el primer documento para demostrar eso”, aseguró Edward Belbruno, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. ”Si este mecanismo es cierto, tiene implicaciones para la vida en el universo como un todo. O sea, esto podría haber sucedido en cualquier lugar del espacio”, afirmó Belbruno.
Según el propio Belbruno señaló, los resultados de este trabajo “contradicen a la mayoría de los anteriores”. Y aseguró que la posibilidad de que la transferencia interplanetaria sea real es mucho más grande de lo que se pensaba, ya que los materiales rocosos podrían haber viajado con una relativa lentitud, suficiente como para ser capturados por la gravedad de los planetas a los que se acercaban.
A pesar de que estamos hablando de ciencia, con estudios y números relativamente precisos (los investigadores aseguran que entre cinco y doce fragmentos rocosos de cada 10 mil podrían haber sido intercambiados entre nuestro Sistema Solar y su vecino más cercano),
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