"Sé que muchos pensarán que miento, y me expongo al más acerbo ridículo ante el concepto adocenado de aquellos que, siguiendo la corriente del pensamiento común de las gentes "serias", no se atreven a hablar en público de asuntos que, todavía, no han sido comprobados científicamente por ese conjunto muy respetable de sabios de la Tierra que —igual a sus colegas de antaño—, sólo aceptan los fenómenos producidos por ellos mismos en sus propios laboratorios y dentro de sus propios métodos o sistemas de investigación.
Pero al escribir estas líneas, por extrañas que resulten a todos ellos, me limito a cumplir la promesa empeñada a un hombre al que me unió la más estrecha y fraterna amistad; un hombre cuya sinceridad y corrección de conducta pude apreciar desde los días lejanos del colegio, quien me narró los hechos a que voy a referirme, dándome pruebas irrefutables de su veracidad, antes de abandonar este planeta para ir a vivir en otro lejano astro de nuestro sistema solar.
Ya no me importa la risa burlona de muchos, ni la piadosa idea de quienes piensen que he perdido la razón. Cumplo la palabra dada al hombre que fue para mí un hermano, y declaro, con todo valor ante el escarnio, que los hechos extraordinarios motivo de esta narración no han sido fruto de una mente alucinada, ni producto de una fantasía de escritor, sino la realidad cruda y tangible, asombrosa es cierto, pero vivida conscientemente por un hombre de esta Tierra que hoy se encuentra, muy lejos, en el Cosmos..."
YOSIP IBRAHIM. (Jose Rosciano Holder) autor del libro Yo Visite Ganimedes................
Ganimedes es la más grande de las lunas de Júpiter y es la más grande de nuestro sistema solar con un diámetro de 5,262 km (3,280 millas). Si Ganimedes orbitase alrededor del sol en vez de hacerlo alrededor de Júpiter podría ser clasificada como un planeta. Al igual que Calisto, Ganimedes está compuesto probablemente de un núcleo rocoso con un manto de agua/hielo y una corteza de roca y hielo. Su baja densidad de 1.94 gm/cm3, indica que el núcleo ocupa cerca del 50% del diámetro del satélite. El manto de Ganimedes está compuesto probablemente de hielo y silicatos, y su corteza es una gruesa capa de agua congelada.
Ganimedes no tiene atmósfera conocida, pero recientemente el Telescopio Espacial Hubble ha detectado ozono en su superficie. La cantidad de ozono es pequeña comparada con la de la Tierra. Se produce a medida que partículas cargadas atrapadas por el campo magnético de Júpiter se precipitan sobre la superficie de Ganimedes. Cuando estas partículas cargadas penetran la corteza helada, rompen las moléculas de agua produciendo ozono. Este proceso químico parece apuntar que Ganimedes posee una tenue atmósfera de oxigeno como la detectada en Europa.
Ganimedes tiene una compleja historia geológica. Tiene montañas, valles, cráteres y ríos de lava. Ganimedes está moteado por regiones iluminadas y oscuras. En las regiones oscuras presenta un gran número de cráteres lo que indica un origen antiguo. Las regiones claras muestran un tipo diferente de terreno - esta surcado por cordilleras y depresiones. Estos rasgos componen patrones complejos que tienen varios cientos de metros de altura y se prolongan por miles de kilómetros. Estas zonas estriadas son posiblemente más recientes que las zonas oscuras llenas de cráteres y se formaron por la tensión creada por los procesos tectónicos globales. La razón real es desconocida; sin embargo, parece haber tenido lugar una extensión de la corteza lo que produjo su rotura y separación.
Como se vive en Ganimedes?( Algunas partes extraidas del libro arriba mencionado)
"La
clarividencia y clariaudiencia, natas en todos los habitantes de
Ganímedes, han permitido el logro de adelantos sorprendentes en
infinidad de aspectos de la vida en su astro, y sus favorables
influencias norman y fundamentan métodos, sistemas e instituciones en el
amplio panorama de la convivencia y desarrollo de todas las actividades
en aquel interesante satélite de Júpiter.
Las ventajas derivadas de tal estado evolutivo, alcanzado por ellos a través de los muchos milenios que nos llevan de adelanto, se manifiestan en todos los aspectos de su vida desde la más tierna infancia. A este respecto, es triste comparar cómo transcurren los años para nuestros niños y los de Ganímedes.
Mientras
acá, especialmente en los últimos tiempos, estamos envenenando el alma
infantil de nuestros hijos, con espectáculos de cine, televisión y
otros, que en su mayoría no muestran sino la barbarie de las guerras, la
violencia y el crimen de argumentos policiales, las groseras costumbres
y los brutales métodos siempre encaminados al delito, de los dramas
tipo western norteamericanos; y para sus juegos y distracción les
proporcionamos juguetes y artefactos que representan las armas asesinas y
toda clase de apáralos más o menos enfocados al afán de destrucción.
Mientras
en la gran mayoría de los hogares populares, en todo el planeta, los
ejemplos que esos niños contemplan son, casi siempre, de vicio, de
bajeza moral y de violencia; y en otros hogares, de condición social y
económica más elevadas, muchas veces encuentran el abandono de sus
progenitores, preocupados por una serie de compromisos, intereses,
frícalas vanidades o secretos vicios y contubernios...
¿Qué podemos esperar de criaturas educadas en tal forma? ¿Hemos de culparlos a ellos por el mal que, después, hagan? ¿No -somos nosotros, sus padres y maestros, los que deformamos esas almas tiernas, con nuestro proceder, nuestra torpeza o egoísmo, nuestra inconsciente frivolidad o la satisfacción, criminal, de vicios y aberraciones, muchas veces ocultos pero, no por eso menos malignos?... No quiero seguir adelante con tan vergonzoso panorama. Todos sabemos, muy bien, cómo es nuestra humanidad y cómo se vive en la Tierra...
En cambio, esa raza que habita Ganímedes, contempla desde Ja cuna los más bellos y amorosos ejemplos; hasta en sus juegos y distracciones infantiles están presentes valiosas enseñanzas, útiles demostraciones de lo que es el mundo que los rodea y cómo aprovechar, más tarde, las lecciones que jugando han aprendido. El hecho de ser clarividentes y clariaudientes desde que nacen, les permite avanzar con mucha mayor rapidez en su desarrollo cultural. Y en los primeros siete años de su vida, muchos de sus juegos y variadas formas de distraerlos, son empleados por los padres como complementos de un amplio, sabio y paulatino método de enseñanza y de instrucción.
Daremos algunas muestras que ilustren mejor, este punto:
Siendo
poseedores de aquel sexto sentido, su visión y audición abarca, al
mismo tiempo, su mundo físico, la porción etérica, y la cuarta
dimensión. De tal manera, una de las primeras preocupaciones de los
padres es la de explicar, pacientemente, el rol de cada uno de los seis
sentidos (porque el séptimo sólo se desarrolla en ellos al llegar a la
edad adulta) y muy especialmente cuanto se relaciona con el sexto.
Porque,
igual a nuestras escuelas iniciáticas, la variedad de aspectos, fuerzas
y formas, en constante movimiento y continua mutación, en ese mundo
astral o cuarta dimensión, es fácil de ocasionar terribles confusiones,
peligrosas reacciones de orden psíquico y mental y hasta daños en el
organismo fisiológico.
Así
los niños de Ganímedes aprenden desde la más tierna infancia a utilizar
aquel “tercer ojo”, a identificar fuerzas y seres de ese plano astral o
del alma, y a diferenciar las causas y efectos de esa cuarta dimensión
en sus relaciones con el mundo físico.
Este
adiestramiento paulatino, con un instrumento de tal poder, los coloca
en situación de adelantar rápidamente en el conocimiento de todas las
materias básicas de su primera instrucción, y permite a los padres
educar a sus hijos con métodos altamente objetivos, pues la enseñanza va
unida a la práctica, la que es facilitada en todo momento y todas las
circunstancias, por aquel sexto sentido.
Hemos
dicho que muchos de los juegos son, también, provechosas lecciones. Lo
comprenderemos mejor con un ejemplo: Entre la multitud de seres que
pueblan la cuarta dimensión, están las diferentes categorías y especies
de “Espíritus de la Naturaleza”
como ya se dijo. Muchos de ellos asumen formas bellísimas y son
accesibles al ser humano, cuando éste les demuestra su bondad y
simpatía. Para darnos una idea de algunos de esos seres, recordemos una
de las más hermosas y profundas películas de Walt Disney: “Fantasía”.
Los
que la hayan visto recordarán algunas escenas, como las de las flores
en que brotaban diminutas hadas, luminosas, gráciles, con rápidos y
armoniosos movimientos en una danza maravillosa, al compás de las dulces
melodías, en un conjunto esplendoroso de luz, de gracia y de belleza.
Para quienes conocemos de estas cosas, esa obra de Walt Disney no fue
sólo fantasía, como parece indicar su nombre: Walt Disney tuvo estudios rosacruces,
sabía el fondo oculto de lo que estaba haciendo, y esas escenas son
iguales a lo que el sexto sentido nos descubre cuando visitamos muchos
prados...
Los
niños de Ganímedes, en tales condiciones, con su pureza y bondad atraen
la simpatía de esos seres y juegan con ellos a menudo, aprendiendo a
tratarlos, ganando su amistad y preparando, así, el camino que más
tarde, cuando llegan a mayores, les permite utilizar todas las fuerzas
de la Naturaleza,
porque esas fuerzas en la cuarta dimensión asumen las más variadas
formas, pero están siempre dispuestas a obedecer, como fieles
servidores, a quienes las conocen y poseen el poder y la sabiduría
necesarias para su manejo.
La
educación de los niños, y los métodos y sistemas de instrucción en ese
mundo, ofrecen marcadas diferencias con los nuestros. En primer lugar,
entre ellos no existe, propiamente, la primera etapa escolar conocida en
la Tierra
con varios nombres: primaria, básica, academia, etc. Esta fase inicial
de la instrucción general corre a cargo de los padres, directamente, en
forma combinada con la educación familiar, a fin de impartir los
conocimientos básicos al niño al mismo tiempo que se moldea su alma y su
mente.
Este
período, por lo común, dura hasta una edad de siete a ocho años de los
nuestros, en que el hijo se encuentra, enteramente, en las manos de sus
progenitores, siendo éstos sus primeros maestros. Esta labor,
mayormente, es realizada por la madre, interviniendo el padre en las
horas que su trabajo diario le permitan. Debe tenerse en cuenta que en
Ganímedes no existe un sólo analfabeto ni un ignorante. Esto no es
concebible allá.
Hombres
y mujeres reciben la misma instrucción, alcanzan los mismos niveles
culturales, sin distingos de ninguna clase, y sin costo alguno para
ellos, pues todo es proporcionado por el Estado, según veremos después.
Hombres y mujeres trabajan por igual en todas las actividades de ese
mundo. Pero cuando una mujer es madre, se le concede el cuidar y enseñar
al hijo hasta el término de esa primera etapa básica de instrucción,
disponiendo de todos los recursos que el Estado le proporciona, como si
estuviera desempeñando su cuotidiana labor, porque en ese período se
convierte en maestra-madre de un nuevo ser cuya moral, inteligencia y
desarrollo previos merecen de todos el más prolijo cuidado.
Siendo esmeradísima y de una amplitud que en la Tierra
no alcanzamos, la educación que todos los habitantes de ese mundo
reciben, es fácil de comprender este aspecto en el que los padres, en
especial la madre, son los primeros profesores, en el largo recorrido
cultural de esa raza. Y los métodos de enseñanza, particularmente en esa
primera etapa, son eminentemente prácticos y directos. Para ello el
sexto sentido ofrece incalculables ventajas. Los niños aprenden jugando.
Muchos de sus pasatiempos son otras tantas lecciones que la madre
aprovecha para instruirlos.
Así
por ejemplo, todo lo relacionado con la anatomía, la fisiología, el
funcionamiento general de todos los órganos internos, de los sistemas
digestivo, circulatorio, nervioso, respiratorio; de los complicados
mecanismos y funciones cerebrales, glandulares u otros, al poder ser
vistos y apreciados con toda claridad y en cualquier momento,
constituyen un motivo de entretenimiento para ellos, a la par que
utilísimas lecciones que jamás se olvidan y que vienen a ser la base
para estudios superiores, que, más tarde, convertirán a esos hombres en
los propios cuidadores de su salud, o en médicos especializados capaces
de realizar verdaderos milagros en comparación con nuestra medicina
terrestre.
Así
sucede en todo lo demás. Una forma común y general de aprovechar los
días de descanso, que allá equivalen a dos y medio de los nuestros, son
los paseos campestres y los viajes de placer. En ellos toma parte toda
la familia, constituida casi siempre por los padres, uno o dos hijos,
pues la descendencia es cuidadosamente controlada, según veremos
después, y los abuelos si es que viven con aquel hijo o hija. Cuando se
trata de un simple paseo, por zonas cercanas a la ciudad de residencia,
el grupo familiar utiliza vehículos colectivos de transporte.
Para
estos casos emplean naves aéreas con capacidad hasta de veinte
pasajeros, que hacen el trayecto a los lugares de destino en pocos
minutos. Cuando el plan de esparcimiento contempla un viaje de placer y
de descanso, a mayores distancias, suelen emplear naves del mismo tipo
con capacidad para cincuenta personas.
Tales
viajes, por lo general, los llevan a visitar otros valles o centros
poblados; pues se debe recordar lo que explicamos en la segunda parte, o
sea que todas las urbes o poblaciones están concentradas en los miles
de valles diseminados entre las estribaciones de esa intrincada red de
cordilleras y montañas que cubre todo el astro. La velocidad de sus
naves aéreas les permite hacer tales viajes, a los más apartados lugares
de Ganímedes, en cortísimo tiempo. Y así puede disfrutar la familia de
los dos días íntegros en su paseo.
Esto
permite a todos, especialmente a los niños, conocer y aprender
objetivamente cuanto se refiera a lo que, en nuestro lenguaje, llamamos
la geografía, puesto que esa palabra, derivada del griego, se refiere
entre nosotros a la Tierra, y ellos dan a su mundo el nombre de “Reino de Munt”...
Con
este método y dentro de tal sistema de educación, a la edad
correspondiente a nuestros siete u ocho años, esos niños han aprendido,
en forma indeleble, todos los conocimientos básicos sobre su mundo, su
naturaleza, sus formas de vida y han asimilado, también, una serie de
lecciones sobre la moral y las normas de conducta que habrán de observar
en el resto de su vida, confirmadas con los ejemplos que la convivencia
familiar les proporcionan a cada paso.
Porque
entre esa raza, el amor, el respeto a los padres y mayores, a la
sabiduría y autoridad de sus maestros y gobernantes, como base de la
síntesis magistral de todos los más altos atributos del alma, y
preparación para el entendimiento de las grandes verdades cósmicas, se
aprenden y se inculcan desde la cuna.
Cuando llega a esa edad, todos, hombres y mujeres, ingresan a lo que se llama entre ellos “La Shamata”.
Este es un período que alcanza hasta los quince años. Los alumnos en
esa etapa, reciben instrucción general enfocada a definir las cualidades
y aptitudes especiales de cada uno, y desarrollarlas en el sentido más
conveniente.
Esto
se logra, comúnmente, a la mitad de ese lapso de tiempo: el resto de
esa etapa es dirigido hacia una instrucción especializada preparatoria,
que aproveche las condiciones particulares de cada sujeto,
estimulándolas y desarrollándolas, para conseguir el mejor
desenvolvimiento de su personalidad y el afianzamiento de sus aptitudes
predominantes, a fin de encauzarlo por la senda más adecuada en el
futuro desempeño de sus actividades. Tanto en la etapa “Shamática”
cuanto en las posteriores, toda la instrucción es impartida en centros
estatales enteramente gratuitos y bajo la dirección de maestros
especializados, igualmente dependientes del Estado.
Al
término de esta segunda fase de la enseñanza, todos los alumnos, sin
excepción, ingresan a los diferentes centros de instrucción altamente
especializada, según las cualidades y aptitudes demostradas por cada uno
en la etapa anterior. En los mencionados centros se les capacita para
el más eficiente desempeño del tipo de actividad escogida, y no salen de
él hasta no alcanzar la más alta calificación. Obtenido este resultado
llega para ellos, sin discriminación de ninguna clase, el momento quizás
más anhelado por todos: el despertar del séptimo sentido.
Esto
se consigue dentro de un período en el que se someten a un
adiestramiento especial y muy riguroso, en centros o institutos
exclusivamente dedicados a ello, que requieren la permanencia constante
de todos los educandos a manera de internado, algo parecido a los
lamasterios del Tibet o de la India
entre nosotros, en los cuales reciben la enseñanza y la práctica de
ejercicios adecuados en medio de la más estricta disciplina.
Esto
se comprende, fácilmente, si recordamos lo que al principio se dijo
sobre tal sentido: es el “Verbo Creador” la facultad de influir por el
lenguaje, o la emisión de ondas sonoras de la voz, en la constitución
molecular de la materia, en las vibraciones de la misma, y por ende el
poder de actuar voluntariamente sobre la “Nota Clave” de todos los
cuerpos, de todas las substancias, influyendo y hasta dominando, en
muchos casos, las mismas fuerzas de la Naturaleza...
Recordemos
que en las partes precedentes de esta obra hemos hecho referencia a
varios ejemplos históricos y bíblicos, tales como el famoso caso de la
desintegración de las murallas de Jericó por el efecto de las ondas
sonoras de las trompetas israelitas dirigidas por Josué; algunos de los
efectos producidos en el caso de la destrucción de Sodoma y Gomorra
sobre el cuerpo de la mujer de Lot; varios de los prodigios realizados
por Cristo que ya mencionáramos anteriormente...
Y
un poder así no es posible conferirlo a quien no haya demostrado, hasta
la saciedad, mía fortaleza moral a toda prueba y una inteligencia capaz
de impedirle cometer el más mínimo error. Por eso, durante todos los
años de su preparación cultural y científica, profesional o técnica, los
integrantes de esa raza superior, están sometidos a una disciplina y a
una modelación cuidadosa del carácter, de la voluntad y el pensamiento,
enfocadas hacia la máxima superación moral, intelectual y mental de
todos y cada uno de ellos. Especialmente es la base moral, sobre la que
sustentan, particularmente, la estructuración total de su civilización.
Antes
de estudiar algunos aspectos relativos a este campo, deseamos mencionar
un detalle muy interesante con respecto al sistema de enseñanza en ese
mundo. La instrucción allá se imparte, casi siempre, por métodos
teorice-prácticos simultáneos. Es lógico que en esto influye, también el
sexto sentido. Y en Ganímedes no existen libros ni escritos de ninguna
clase como lo que nosotros conocemos y empleamos. Es natural que así sea.
En
un mundo en el que el lenguaje hablado ya no se usa, por ser mucho más
fácil, más rápido y efectivo el comunicarse directa e instantáneamente
por el lenguaje mental, por la lectura simultánea y recíproca del
pensamiento, no tendría, tampoco, razón de ser el lenguaje escrito. Este
es reemplazado allá por un admirable sistema electrónico susceptible de
captar el pensamiento y grabarlo en cuitas especiales, indelebles una
vez grabadas, que lo reproducen en toda su amplitud, en imágenes y
frecuencias de onda que son proyectadas en aparatos receptores que nos
recuerdan, en cierta forma, a nuestras máquinas fumadoras.
Así
puede retenerse las lecciones, y cuanto material merezca ser conservado
para su reproducción futura. Y esas máquinas son construidas hasta en
tamaños portátiles. Del mismo modo, los documentos oficiales y
administrativos vienen a ser esas livianas y pequeñas cintas, en las
cuales, junto con lo que llamaríamos el texto, a manera de firma y sello
identifica torios, va impresa la imagen del autor, dictando el cierre
de los mismos.
Y
ya hemos dicho que, a diferencia de nuestras cintas magnetofónicas, o
nuestras películas sonoro-visuales, aquellas graban para siempre el
pensamiento completo, sin que se pueda alterar en nada el contenido,
posteriormente, lo que implicaría la destrucción total de la cinta.
Por
lo demás, nadie se atrevería, ni a pensar, en alterar un documento,
cosa tan común entre nosotros... Ha llegado la oportunidad de referimos a
la moral reinante en esa raza, base fundamental, como se ha dicho, de
la civilización de Ganímedes.
Al describir la cuarta dimensión y cómo se desarrolla la vida en ese Plano del Cosmos,
percibimos las tremendas fuerzas positivas y negativas que en él
actúan. Y vimos, también, la poderosa influencia que, constantemente,
ejercen en el alma humana. Parecerá redundancia que digamos “Alma
Humana”, pero no es tal. Aunque no tiene mayor importancia para esta
obra, estamos obligados a explicar, de paso, que lo hacemos por el
conocimiento de que los animales, en mundos en que existen como el
nuestro, también poseen alma, o sea aquel vehículo correspondiente a la
cuarta dimensión, y son susceptibles de muchas de aquellas influencias
anotadas.
Al
mismo tiempo, mencionamos el papel de las diferentes categorías de
seres o entidades superiores, y como se relacionan con los Egos en su
continua evolución. Recordaremos que se dijo que nadie puede pasar de un
mundo inferior a otro superior sin estar debidamente preparado y poseer
el vehículo o cuerpo correspondiente. Vale decir, haber alcanzado las
condiciones evolutivas y vibratorias adecuadas. Este es uno de los
factores que, relativamente, garantizan en Ganímedes, o en cualquier
otro mundo similar, el ingreso o intromisión que dijéramos
clandestinamente, de algún Ego no capacitado para ello.
Pero
en cuanto a las entidades astrales y a las fuerzas de esa cuarta
dimensión, es diferente. Ellas actúan en su mundo, y en su mundo o plano
pueden afectar a cualquier ser humano encarnado, pues la encarnación
presupone la existencia en un mundo material, aún cuando éste sea del
tipo de Ganímedes, o “Reino de Munt” como ellos lo llaman.
De
tal manera, gran parte de la enseñanza, disciplina y cuidados que
reciben todos sus habitantes, están encaminados a conseguir la
permanente seguridad y el perfecto equilibrio de su alma, en los niveles
más altos de conciencia. En esto les ayuda eficazmente su sexto
sentido, que en todo momento les permite descubrir la cercanía de
cualquier entidad baja o maligna, pudiendo alejarla con la fuerza de su
mente o, si fuera preciso, con el poder del séptimo sentido. Hemos dicho
que éste sólo es desarrollado cuando finaliza la etapa de instrucción
superior.
Esto
nunca tiene lugar antes de los veintiocho o treinta años. Nos referimos
al despertar del sentido mencionado. Aún así, puede mantenerse dicha
facultad en un estado latente de mediana expresión, cuando a juicio de
los maestros responsables de ese trabajo, el aspirante no alcance
todavía las máximas condiciones requeridas para el pleno uso de tan
formidable poder.
Por todo ello en esa raza viven una vida de paz, de absoluta serenidad, bondad y amor...
· ¿Quién
podría pensar en mentir, engañar, traicionar o estafar a alguien, si
los más recónditos pensamientos e intenciones se están leyendo
mutuamente?
· ¿Cómo puede cometerse algún delito cuando nada queda oculto ante la clarividencia y clariaudiencia de todos?
· ¿Cómo
podrían caer en las pasiones comunes entre nosotros, si para llegar a
ese estado han tenido que sufrir las pruebas de cientos de encarnaciones
previas, que han forjado en ellos, no sólo una sólida conciencia con el
conocimiento total de su larga evolución, sino el más amplio y poderoso
dominio de todo ese mundo astral en que se desenvuelve entonces su
alma?...
Es así que su reino resulta la expresión viva de todas las más bellas cualidades concebibles en el alma humana.
Y esto se manifiesta en la familia, en el trabajo, en las relaciones de unos y otros y, por ende, en toda la organización social, política, económica o religiosa de ese mundo en que no hay fronteras, ni ejércitos ni policía."
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